Memoria
Se puede decir que Luis Cogliolo es un artista que ha pasado por tendencias, inquietudes y momentos de contemplación. Que ha sobrevivido en el mundo local del arte, con una carrera siempre fiel a sus creencias apegadas principalmente a la naturaleza que decidió hacerla su hábitat cuando se mudó a la arquetípica Areguá. Que sus obras han sentado las bases de nuevas miradas impregnadas por el medio ambiente y la gráfica que aprendió como diseñador maquetista en el diario ABC Color. Se puede decir que fue agitador cultural, agricultor, galerista y de nuevo artista con todas las letras.
Llegada a Paraguay y el arte en los años 70
El mundo del arte en Asunción de los 70s, momento en que inscribe su llegada en este país, ya que se mudó desde Buenos Aires en 1971, era bien diferente al actual. No había curadores sino críticos que tipeaban sus textos en máquinas Olivetti. Era un ambiente poco conectado con el mundo cuyas referencias venían de los libros, enciclopedias o los maestros extranjeros y nacionales que impartían clases de arte, como Livio Abramo, Olga Blinder o Cira Moscarda. Había una gran inquietud por inventar cosas nuevas, experimentar con lo que significaba romper con las tradiciones, encontrar un lenguaje moderno.
De la línea técnica a la materia viva
La obra de Cogliolo siempre siguió ese camino, marcando etapas bien definidas que transmutaron desde el frío dibujo técnico y calculado a esculturas minimalistas naturalistas tomando como materia prima cualquier cosa que se encontrara en el camino. Pasaba de la línea monocroma al color estridente, del papel al ready-made, conservando siempre su sello indeleble, su trazo personal.
Letras, números y espacios ambiguos
En los 70s fue incorporando números, letras de diseño y texturas vibrantes que ponían en tensión la técnica con su mundo gráfico. Eran dibujos precisos, donde una masa de letras negras flotaba entre hilos completando el mensaje de una manera metafórica. Había puertas que sugerían cerramiento, límite o frontera, “estudiando las posibilidades formales del espacio visual; la relación entre distintos planos y dimensiones, la ambigüedad de los espacios negativos… Se halla presente una sana actitud de búsqueda, de conciencia de la necesidad de trabajar y decantar las formas a través de las cuales expresara lo mucho que tiene que decir”, nos decía Ticio Escobar en 1978.En 1979 este mismo autor refiere su trabajo dentro de un contexto precedido de artistas dibujantes de gran calidad técnico-expresiva como Luis Alberto Boh en lo fantástico o Julio González en lo político, y que justamente la generación de Cogliolo viene a darle una continuidad más asociada a la abstracción y la investigación de nuevos lenguajes “…a través de imágenes construidas desde la superposición de dos planos opuestos (blanco-negro, figura-fondo, bidimensionalidad-profundidad) creando distintas relaciones entre los mismos. Los signos espaciales no son fijos, se introduce una ambigüedad entre los planos… para sugerir profundidades, tensiones, volúmenes que dinamizan la imagen e introducen una idea de sucesión y de tiempo.”
Paisajes geométricos y la técnica del frottage
El momento clave de ese desarrollo formal, en blanco y negro, de líneas delicadas y geométricas es una serie de paisajes que el artista realiza durante su estadía veraniega en playas de Brasil.Utilizando de manera magistral el dibujo para referenciar esos paisajes costeros en clave clásica y documental, los complementaba aplicando texturas mediante la técnica de frottage sobre piedras del mismo lugar para rellenar esos cielos blancos y convertirlos en fantásticas geometrías cargadas de energía y solemnidad. No era un recurso caprichoso o extravagante, sino la manera más precisa y hermosa de resolver la imagen, tendiendo una verdadera trampa al ojo, haciendo parecer las texturas de piedra a nubes tormentosas. Al entretejer el dibujo con una textura casi fotográfica de la piedra calcada, la cargaba de un misterio realista. Jesús Ruiz Nestosa reafirma que “la rigurosidad de sus formas se desprende de un paisaje severo, en el que las suaves ondulaciones del horizonte soportan todo el peso de un inmenso y vacío cielo blanco. … contraponiéndose a las curvas de posibles lomas, aparecen formas perfectamente geométricas…” logradas a través del frottage.
Color, política y fotografía encontrada
De la simpleza de la línea monocromática, pasa a un dibujo más cargado, que llena el papel con texturas y salpicaduras que remiten a cielos estrellados, sin abandonar nunca la geometría y los textos.Adoptando el color como protagonista de su producción, inserta elementos encontrados, objetos cotidianos que se incorporan como signos. En esta obsesión por lo encontrado y lo simbólico, se topó una vez con unas fotografías abandonadas en los basureros del Centro Cultural Paraguayo Alemán, que retrataban la niñez en sus más variados aspectos. Provenían de una exposición que parafraseaba la monumental puesta de “La familia del hombre”, curada por Edward Steichen, obra cumbre del humanismo manierista.La temática política en estas imágenes encontradas le proveía un lienzo cargado de sentido donde desplegar todo un arsenal de recursos pictóricos, como manchas y líneas de vibrantes colores que reconvertían las fotos en algo nuevo, más expresivo y estético. El color y el dibujo servían aquí para reencuadrar y enfatizar aspectos que dejan lo superficial en el fuera de campo. Tapando y descubriendo partes de estas fotografías, nos hablan de que lo político en la niñez debe ser contemplado, que es un tema sumamente importante para generar una sociedad sanadora.
Relectura de obras ajenas
Respondiendo a otra de sus facetas profesionales como galerista y vendedor de su propia producción como de otros tantos artistas, toma “prestadas” obras de sus colegas para recrearlas a su estilo. Así vemos obras de Lucio Aquino o de otros artistas que, a través de la obstrucción y la geometría, reinventa contenidos. Quizá la nostalgia y el homenaje se apoderen del Luis en estas colaboraciones.
Objeto, escultura y simbolismo
Más allá de estas imágenes ajenas intervenidas, hay también una veta escultórica, asociada al brutalismo, al simbolismo y al ready made, consecución natural de lo que venía haciendo con los ensamblajes. Obras de gran simplicidad, minimalistas, en madera, a veces hierro, cañas, objetos de la cultura pop paraguaya que rediseña y esculpe, creando símbolos ambivalentes con significado poético que cuestionan y asombran.
Naturaleza, color y metáforas visuales
Quizá la obra arquetípica más homogénea y digerible en su producción sea la representación de elementos de la naturaleza, saturados de colores vibrantes, activando la alegría de numerosos hogares paraguayos. Pero aun ahí se plantea nuevos juegos de diseño y construcción de la imagen con la maestría que fue depurando con los años. Al dibujo lo apuntala con la pintura en aerosol, sobre objetos que dejan su huella sobre la superficie pictórica. En ese contexto, y como siempre, adosa elementos de la vida real, creando metáforas o metonimias. Creando conceptos nadando en las pinturas.Elsa Wiezell decía: “Azules transparentes y pesados matices increíbles en grandes hojas. Rosa y azul que hacen luz y sombra. Chispazos de lilas que explotan en la dimensión de oscuras hojas de güembé. Ocres que recuerdan el otoño donde el pintor maneja con ternura su nostalgia ecológica”.